COSSE EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS

Cosse empezaba ya a cansarse de estar sentada con el partido comunista a la orilla del río de La Plata, sin tener nada que 

hacer: había echado un par de ojeadas al programa politico que Tabaré estaba leyendo, que proponía hacer una represa para OSE. «¿Y de qué sirve una represa sin diversión y circo?», se preguntaba Cosse, y le dijo no y hacemos ANTEL ARENA

Así pues, estaba pensando (y pensar le costaba cierto esfuerzo, porque la mentira del préstamo del BID la había dejado soñolienta y atontada) si el placer de INVENTAR el miedo a las embarazadas  la compensaría del trabajo de levantarse y pedir disculpas, cuando de pronto 

saltó cerca de ella el conejo ORSI de ojos asombrados

No había nada muy extraordinario en esto, ni 

tampoco le pareció a Cosse muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: 

«¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy 

a perder la presidencia»

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