El país que nos merecemos

 


Desde siempre, nos preguntamos, ¿qué es un país desarrollado?; ¿cómo es vivir en un país desarrollado?; ¿cuáles son las diferencias con nosotros, en vías de desarrollo o sub desarrollo?; ¿por qué la trancadera?, ¿por qué estamos rezagados?  ¿Cuál es el camino a recorrer? ¿Cuál es el plan de ruta? O, ¿cuál debería ser?

 

Un país desarrollado es aquel que tiene un buen nivel de vida, un alto PBI per cápita, un muy buen sistema de salud, una excelente alfabetización, buena infraestructura pública (carreteras, hospitales, centros de estudio) etc. ¿Nos falta tanto? ¿Por qué hacemos agua una y otra vez? Somos un país relativamente chico, con poca población respecto a sus km2, y aquí empieza a correr lo relativo: relativamente educados, relativamente sanos, todo es relativo.

 

Un país camino al desarrollo, necesita las cosas claras, objetivos concretos, mano firme en el timón y por sobre todo, mente moderna, ágil, dispuesta a un cambio de paradigma.

 

¿Que nos empantana? ¿Qué nos relega? Sin dudar, la pérdida de calidad política. Sí, repito, ¡calidad política! Los últimos años, casi a la deriva, nos pegaron una y otra vez en la línea de flotación, falta de estadistas de peso, falta de visión de futuro, desconectarse o descolgarse del mundo (que va a toda velocidad) y que no nos espera. Empardar con la tecnología, la ciencia, etc. ya es muy difícil si no aceleramos y tenemos todo claro. Recordemos que la tecnología avanza exponencialmente, lo cual quiere decir que cada vez avanza más rápido.

 

Los últimos 15 años, sin dudar, fueron a pérdida en el camino al desarrollo. Apenas da para analizar lo que todos ya sabemos: destrucción de empresas, comerciantes, productores rurales, industriales, etc. (masacrados por un estado devorador) y ¡qué decir de la educación!; de la salud, el desborde de inseguridad, el incentivo a las drogas, el avance del narco... la corrupción en todos los niveles. En definitiva, la pérdida absoluta de la calidad de vida.

 

Gobiernos ideológicos, sin pragmatismo; necios enemigos del capital y los empresarios; prefieren pedir prestado que producir e incentivar, la deuda externa a todo vapor (una de las herencias FA). En definitiva, nada que nosotros, los uruguayos, no sepamos.

 

Tenemos mucho para estar en el primer mundo, un territorio no muy extenso, un clima acorde, un país bien regado de buenas y productivas tierras y por sobre todas las cosas, mucha gente de buenas intenciones, de trabajo, inteligente, buena preparación, que espera (y desespera) oportunidades claras en donde aplicar su conocimiento e inteligencia, sin que el estado los triture antes   de decir “hola”.

 

Los dirigentes políticos, deben ser menos estructurados, más libres, imaginativos y pragmáticos, el grito de la tribuna es: “’¡Dejen hacer muchachos!” Estamos a tope de emprendedores imaginativos frustrados. Tenemos 20.000 leyes. ¡Ya basta!!! ¿Regulaciones? Hasta en el pan con milanesa. Al ladrillo no hay que sacarle jugo; ¡hay que producir ladrillos! He ahí el asunto.

 

Queremos que nuestros mejores jóvenes, los no tanto, se queden, que no se sigan yendo. En otros países, los reciben de brazos abiertos; y por supuesto que contribuyen al PBI de esos países. Sin dudas, está lleno de uruguayos exitosos en el exterior que están dispuestos a dejar el alma en la cancha, teniendo un resultado acorde. ¿Cuál es el pecado?  Es de las cosas que sí debemos cambiar aquí, dejemos que el empresario gane dinero; que invierta; que sea exitoso. Eso aporta a nuestro PBI.

 

El Uruguay tiene un potencial magnífico; ¿qué necesitamos?  Inversión, del estado y del privado; afloje impositivo y mental; leyes laborales en concordancia con el momento que vivimos.

 

El estado, debe cumplir su rol sin chistar, invertir en, rutas, puentes, caminos internos, trenes (si, trenes) puertos, aeropuertos, etc., todo de primer nivel y óptima calidad. Y, cuidado ¡nada de estar pensando en peajes y tasas, antes de, siquiera, empezar!

 

El país impositivo, arrasa con el país real. ¡Se lo lleva puesto! Lo desarma y desanima. La riqueza que se genera a partir de la infraestructura, y llega al puerto sin mayores inconvenientes, paga la fiesta y sobra, ¿o acaso no lo ven?

 

Afloje impositivo: la maraña de compromisos, pasos y burocracia en la que se encuentra cualquier empresa, le saca las ganas al más pintado, no te puedes mover por ti mismo, quedas al toque en un corral de ramas. Simplificar los impuestos, se impone como de orden.

 

Afloje mental: -los dirigentes políticos, particularmente los de izquierda (aunque algunos, y cada vez más, también de este lado, están contaminados) están convencidos (muy convencidos) que el empresario, emprendedor, comerciante, industrial o productor rural, es un enemigo a liquidar, ¡objetivo dejarlo seco! Tapizar el camino de barreras, sacarle toda la plata que se pueda, no dejarlo ni respirar, leyes laborales imposibles; en suma, atarlo y tirarlo al rio.

 

Levanten la mirada, repoblemos el interior, brindemos las condiciones, ¡dejemos que la gente haga! Permitamos crecer hasta el infinito nuestro PBI. El crecimiento nace de la alegría, del trabajo bien hecho, de la producción, del ganar-ganar, tenemos que llenar de güirises las escuelas rurales (eso es calidad de vida).

 

El presidente de la República, sabe cómo hacerlo; y en esta lo acompañamos hasta el final. ¡Salud, Coronillas!

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Buenas tardes soy Uruguayo radicado en Venezuela, tengo una fabrica de articulos de cuero ustedes conocen o saben los protocolos que deberia hacer para llevar mi fabrica al Uruguay

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  2. Excelente. Ésto es lo que necesita el país.

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    1. Uruguaya, volví con +50 luego de dos décadas en USA con importante experiencia en Supply Chain Mmgt y nadie mira siquiera tu CV. Emprender es lo que relata este art. Estoy segura que LLP es quien puede timonear este barco hacia el desarrollo y como me gustaría participar, si tan sólo la sociedad considerara la experiencia como un plus. Hay que mover el Uruguay hacia adelante!

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