Hay que seguir adelante

 

El “Covid es blanco”, dijo hace pocos días con dudosa astucia un connotado político de izquierda especialista en muerte, que se sirve de la iconoclastia para destruir lo todo lo que toca, y usa las canas para justificar el destrato más vulgar de que se tenga memoria a sus connciudadanos, sin excepción.

Es doloroso reconocer que esta vez podría tener razón en su afirmación cínica y despectiva, y le haya acertado considerando que el primer fallecido por esta terrible peste fue Rodolfo González Rissotto, un conocido historiador blanco y militante del “Movimiento Por La Patria”, y al cumplirse un año del inicio de la peste ahora tenemos por víctima a Andrés Abt, alcalde del Municipio Ch varias veces electo, un dirigente de la Lista 71, blanco popular y muy  querido entre quienes lo conocieron, que se fue a sus jóvenes 47 años.

Pero no nos equivoquemos en la apreciación superficial.

Esa perspectiva, está errada.

Ese grotesco personaje que alguna vez se sintió poderoso “entrando con una 45” a un banco”, esta errado si cree que esta maldita peste no se ha llevado sin distingos a uruguayos de diferentes condiciones e ideologías.

O si se olvidó -tan propio de él- que esta despreciable enfermedad, a un año de llegada al país, ya mató a casi 700 compatriotas.

A quien esto escribe ayer se le fueron dos amigos el mismo día: uno, un anarquista veterano, votante del FA de toda la vida, y horas más tarde Dios llamó a este blanco al que vimos comenzar jovencito en su militancia y ganarse su propio y merecido espacio.

¡Qué puede importar que el ranking de muertes estemos por encima o por debajo de tal o cual país! 

¡El que sea!

Al que pierde la vida, a quien se le va un familiar, se le marcha un amigo o siente los llantos de una viuda o un viudo por la partida de un ser querido, o de los hijos que todavía no comprenden lo sucedido, la “buena” estadística le pegó como el puñetazo en el medio del pecho por ser el 100% de la parte negativa.

En la vereda de enfrente hay quienes observaron esta partida de Andrés con sentido político, y advirtieron sobre su uso proselitista, olvidando que antes hubo colectivos de izquierda que sistemáticamente buscaron, y buscaron y buscaron que esta peste se disparara durante el actual gobierno de la Coalición Republicana al que odian sin tregua, sin comprender que la enfermedad también puede provocar la muerte de votantes zurdos como el que mencionamos algo más arriba.

Cada uno sabe de quiénes estamos hablando.

Pero el dolor por este último compañero fallecido, no nos puede llamar a engaño, porque también hubo 700 otras lágrimas que enlutaron el año, por otros tantos orientales en esta larga pandemia que aún no termina.

Puede que esta vez, los que “entran con la 45 en la mano”, las que se aglomeran en nombre de supuestos derechos -entre los que no cuenta el de la vida, claramente- las tribus urbanas que hacen de su “revolución” macular símbolos sagrados, romper todo a su paso, u odiar a los que no piensan igual, hayan obtenido su pírrica victoria.

Pero sepan que frente al despropósito y a ese sentido molecularmente antipatriótico que los anima, a los que todo critican, que nada les sirve, y que creen en sagrada liturgia del “cuanto peor, mejor”, siempre habrán Blancos -y allí estarán a la orden los Blancos Coronillas- para acompañar lo que hay que hacer cuando el pueblo lo demande.

Esta es una guerra como el país nunca antes vivió, y por ello hay que secarse las lágrimas y estar a la altura de las circunstancias que la batalla demanda.

Elegimos el lado correcto, junto del pueblo que arde y lucha en las calles, y a los otros, a los miserable de la tragedia, los va a barrer la historia.

Con rabia, con dolor, hay que seguir adelante.

¡Que viva la Patria!